La sombra de Catalina

Este fin de semana fuimos a teatro.
Nos detuvimos en la entrada para esperar unos amigos.
De repente entre un grupo de gente bulliciosa que se aproximaba, apareció una persona que desde hace muchos años no veía y que había marcado en mi mente el amor por la libertad creativa del artista.
Era mi profesora de voz en el programa de teatro.
Siempre me empujaba con su mirada penetrante y silenciosa, y me hacía sentir libre: de repente mi imaginación volaba y ella, con su silencio de espectadora me hacía entender que eso que estaba en mí era completamente mío.
Ella se llama Catalina y su voz es ronca y cruel; hiriente cuando señalaba la mediocridad y alucinante cuando reía de fascinación o cuando cantaba una melodía que debíamos seguir con devoción.
En cualquier momento, incluso fuera de clase, recuerdo que uno sentía que podía poner las palabras en sus manos pues ella sabía considerarlas con mágica sabiduría y reserva.
En mi memoria siempre permaneció como una de las pocas personas que sabía que las palabras tenían un poder absoluto. De hecho una vez la vi en escena con una obra de Molière, y simplemente irradiaba ingenio.
Un buen actor no se toma a la ligera un punto, una coma, ni una letra.
Con todos estos recuerdos que estallaron de repente en mi mente, balbuceé un poco quizás por los nervios, y la saludé. Ella, con sonrisa templada sólo dijo que tenía grabada mi voz, en su mente... supongo.
!Qué interesante respuesta!
Luego de presentarle mio amore y ante su silencio, que bien puede ser una especie de timidez de actriz, intenté preguntarle sobre su presente, pero ella ya había escapado hacia la turba con la que había llegado a las puertas del auditorio. Tan sólo levantó su dedo tal como lo hacía al reprendernos cuando habíamos masacrado el aire y una palabra, al pronunciarla con irresponsabilidad...
Bueno, así levantó su dedo diciendo - Disculpen - y giró hacia su gente.
Me quedé con mis palabras al aire, pero recordé cuánto adoraba su sincera crueldad. Ella tenía la cualidad de llenar una palabra con miles de vocablos invisibles, como si fueran los armónicos en una nota musical. Ese "Disculpen" sonaba a "tengo algo verdaderamente importante, estoy muy ocupada".
Y tenía toda la razón: quizás no había nada más que decir. Había sido suficiente. Sería ridículo forzar una conversación con alguien que vive y no sobrevive a través de las palabras.
Me quedé con mis palabras, pero con una sensación de bienestar, hasta que...
De repente Catalina se desintegró en jadeantes carcajadas, buscando de nuevo su pedestal entre la horda de jovencitos que la acompañaba, y ahí comenzó a tararear en intensidad ascendente una canción popular, luego entre alaridos lanzó comentarios adolescentes, egocéntricos y absurdos, y después dejó que su cuerpo se dislocara en una pose obscena.
Su papelón continuó pero por suerte nos alejamos porque habían llegado nuestros amigos.
Me sentí tan golpeada que aunque hayan pasado tres días después de ese encuentro, aún me molesta esta imagen.
Quizás ahora lo comprendo más, y todo radica en mi pánico al mundo del teatro... al real mundo tras el telón.
Me aterra no entender cómo un actor que es capaz de cuidar la intimidad de sus personajes, de cuidar sus sentimientos, sus palabras, sus gestos... su estética, puede de repente ser tan grotesco tras bambalinas, tan pretencioso y patético fuera de esa caja negra, creyendo que la libertad es tan sólo el abrir a sus anchas su asquerosa boca, hasta que nadie pueda evitar ver sus entrañas, sus caries y sentir su tufo.
Todos somos humanos, lo sé... pero un actor es un mago... un ser humano peligroso...
Prefiero ver a un actor asaltado por el efecto del alcohol, que a uno sobrio, regando sus pócimas por doquier, sobreactuando ridículamente, contradiciéndose tanto...
Sé que suena exagerado, pero de esa Catalina que conocía fuera y en escena no quedaba ni una gota.
Es peligroso ser actor... pues el orgullo puede ridiculizar hasta al artista más hermoso.
Yo también he sido así... y seguramente, como ser humano, puedo caer, pero este suceso me mantiene alerta: sólo me imagino que soy Catalina, que alguien me admira y me observa, y que mi sombra siempre me persigue porque las luces del escenario siempre me alumbran...
entonces no quiero deformar esa sombra...

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